Decidí espontáneamente que compraría peces para llenar esa pecera que tenía, que aguantaba triste y vacía los días sabiendo que el destino pudo haberle deparado algo mucho mejor. Era una pecera grande, linda, con un montón de adornitos simpáticos que formaban sobre las piedritas de colores del fondo un ecosistema una burla de ecosistema- agradable, apto, expectante. Era una pecera olvidada con potencial para rebosar de vida exótica y colorida y alegre y ávida y vivaz. Creo que en algún punto de mi vida me identifiqué con esa pecera, porque yo estaba igualmente triste y vací